El agua de piscina debe ser incolora, transparente y estar visual y biológicamente limpia. Siguiendo algunos sencillos consejos podrás mantener tu piscina en perfectas condiciones durante todo el año.
Para efectuar una cloración de choque, en primer lugar, debe ajustar el pH a un valor comprendido entre 7,2 y 7,6.
A continuación, añada entre 0,5 Kg y 1 Kg de producto granulado o en polvo (tricloro) por cada 100 m3 de agua y 2 litros de algicida por cada 100 m3. Si utiliza cloro rápido (dicloro granulado o en tableta), añada entre 0,8 Kg y 1,6 Kg por cada 100 m3.
Las dosis son orientativas y deben ajustarse en caso de aguas con características excepcionales o un número muy elevado de bañistas.
Es importante que después de efectuada una cloración de choque no se permita el baño hasta que el cloro libre sea inferior a 3 ppm. Aproximadamente han de pasar unas 48 horas.
Lo primero que debe hacer es comprobar que el pH esté bien ajustado, para ello debe medir el valor del pH con un analizador. El valor óptimo debe estar comprendido entre 7,2 y 7,6. Si está por debajo, utilice un elevador del pH y si se encuentra por encima, un reductor del pH.
Una de las causas más probable del color verde del agua de su piscina es que haya una falta de cloro libre en el agua. Para subsanarla, mida con el test-kit el cloro libre.
Si es menor de 0,5 ppm (color rosa pálido o incoloro) debe efectuar una cloración de choque. Para ello, aplique un cloro de desinfección rápida, cuya función es la de destruir microorganismos (hongos, bacterias, gérmenes…). Siga las instrucciones del fabricante para su dosificación y tenga en cuenta el volumen de la piscina. El nivel óptimo de cloro debe estar entre 0,5 mg/l y 1,5 mg/l así que, una vez aplicado, espere unas horas y analice nuevamente el agua con un analizador del pH y cloro libre para comprobar que los niveles son correctos.
El agua también puede estar verde por la presencia de algas (véase la pregunta 4).
Si el agua de la piscina está turbia, es probable que el pH no esté bien ajustado, normalmente por encima de 7,6. Para subsanarlo, mida el valor del pH y si la lectura del kit es mayor de 7,6 haga adiciones de minorador del pH hasta alcanzar la zona correcta (entre 7,2 y 7,6).
Otra de las posibles causas de la turbiedad del agua puede ser que ésta sea muy dura (un exceso de dureza provoca formaciones de depósitos de carbonato cálcico y magnésico). En ese caso, además de ajustar el pH, tal y como se ha hecho en el punto anterior, es necesario añadir floculante líquido a los skimmers. Si no funciona, deje la piscina en reposo toda una noche y al día siguiente pase el limpiafondos.
Si en su piscina ya se han formado algas, lo más probable es que no baste sólo con aplicar el algicida, necesitará añadir un aporte adicional de cloro.
Primero de todo, es necesario ajustar el pH, como en los puntos anteriores.
Aplique un cloro de desinfección rápida, cuya función es la de destruir microorganismos (hongos, bacterias, gérmenes…). Siga las instrucciones del fabricante para su dosificación y tenga en cuenta el volumen de la piscina.
Por último, añada 2 litros de algicida por cada 100 m3 de agua para evitar que se vuelvan a formar las algas.
El exceso de olor a cloro puede deberse a dos motivos:
Lo más probable es que, además de un desajuste del pH, haya presencia de hierro, cobre, manganeso u otro metal en el agua. Depende de la calidad del agua con que se llena la piscina Para solucionar el problema, en primer lugar debe realizar un ajuste del pH como en los puntos anteriores (entre 7,2 y 7,6) y, después, añadir floculante líquido a los skimmers. Si no mejora, deje la piscina en reposo toda una noche y al día siguiente pase el limpiafondos.
La espuma puede deberse a un exceso de cloraminas y materia orgánica, o bien a la presencia de hierro, cobre, manganeso u otros metales. Para quitarla, es necesario renovar parte del agua de la piscina (vaciar parte de la piscina y rellenar con agua nueva). A continuación realizar el ajuste del pH recomendado y una cloración de choque (véase puntos anteriores). Probablemente sea debido a la presencia de metales en el agua (cobre, hierro, manganeso, etc.). Para eliminar ese ligero color, es necesario añadir floculante líquido a los skimmers. Es conveniente dejar la piscina en reposo toda una noche y al día siguiente pasar el limpiafondos. Para que el efecto de floculación sea óptimo, no olvide que el pH debe encontrarse entre 7,2 y 7,6. Si la medida del pH es superior a 7,6, debe añadir un minorador del pH. La dosificación del mismo debe hacerse según la recomendación del fabricante y volver a realizar mediciones del pH con el kit hasta alcanzar la zona correcta (entre 7,2 y 7,6). No necesariamente la disolución de las tabletas indica que la tasa de cloro en el agua esté agotada. Pueden darse diversas razones por las que las tabletas se disuelvan pero la tasa de cloro sea elevada y, hasta que no baje la tasa, no conviene añadir más tabletas. Siempre hay que guiarse por el análisis de la tasa de cloro realizado con un test kit, que debe estar entre 0,5 y 2,0 mg/l. Aunque las tabletas que añadimos al skimmer se hayan disuelto rápidamente, si el aporte de cloro es alto y seguimos añadiendo tabletas, se puede llegar a una tasa de cloro excesiva que provoque enrojecimiento de los ojos e irritación de la piel. El agua de la piscina puede conservarse durante varios inviernos si se realiza un mantenimiento adecuado (existen productos especialmente indicados para ello). Sólo es necesario vaciar parcialmente el agua de la piscina cuando el nivel de ácido cianúrico (estabilizador) es demasiado elevado. Se considera que es demasiado elevado y hay que actuar si el nivel de ácido cianúrico supera los 150 mg/l en el agua. Esta situación puede darse después de varias temporadas de tratamiento o por una renovación inadecuada del agua. Existen test de análisis en el mercado, que están disponibles en tiendas de piscinas o fontanerías muy grandes y también en internet. No obstante, la cantidad excesiva de ácido cianúrico en el agua se detecta porque el cloro deja de ser eficaz, sin que se observe un aumento del nivel de cloro al añadir más cantidad de producto. En ambos casos la desinfección del agua la realiza el cloro. En el tratamiento con tabletas o granulado, el cloro se forma al disolverse el producto en el agua. En la electrolisis salina, el cloro libre para la desinfección se forma, in situ, en el electrolizador. Pero en ambos casos, el producto que posibilita la desinfección es el cloro. La electrolisis salina aporta el cloro necesario para la desinfección. Este cloro está disuelto en el agua exactamente igual que si se añade en otro formato. Además, los tratamientos adicionales que haya que hacerle a la piscina para mantener el agua en óptimas condiciones (modificadores del pH, algicidas, floculantes,…) se deberán añadir aparte. Las principales ventajas del cloro granulado o en tabletas son: su estabilidad en el almacenamiento, la seguridad en la manipulación y la dosificación precisa de las cantidades necesarias para el mantenimiento de su piscina, características muy importantes por sí mismas. Debe saber además que esta familia de productos se caracteriza porque en su disolución aporta al agua un elemento de estabilización del cloro, el ácido isocianúrico, que hace más efectiva la desinfección del agua de su piscina. Para que el Ministerio de Sanidad homologue un producto, debe presentarse una serie de datos, tales como análisis realizados por laboratorios independientes y ensayos de eficacia normalizados internacionalmente, realizados también por laboratorios independientes. Además, para conseguir la homologación, debe declararse el 100% de los componentes del producto, para verificar que ninguno es nocivo para la salud. Los productos para el tratamiento de piscinas en España deben estar homologados por el Ministerio de Sanidad. El Ministerio tiene habilitado un espacio en internet (http://www.msssi.gob.es) donde los ciudadanos pueden comprobar si el producto que adquiere, que debe llevar un número de homologación, está debidamente registrado y en vigor (las autorizaciones tienen una vigencia de 5 años). Esta situación está en pleno proceso de cambio, debido a la entrada en vigor del Real Decreto 742/2013, de 27 de septiembre, por el que se establecen los criterios técnico-sanitarios de las piscinas, que va a sustituir las autorizaciones actuales por registros de biocidas para el tratamiento de aguas de piscinas.